POLITICA
24 de febrero de 2025
Democracia en Crisis: La Representación en la Era Postmoderna

La reconstrucción de la confianza requiere transparencia, participación ciudadana y la capacidad de los gobiernos de responder de manera efectiva a las necesidades de la sociedad.
La democracia enfrenta uno de sus mayores desafios: la crisis de representación. En un contexto de desconfianza institucional, fragmentación social y avance del personalismo, los ciudadanos perciben cada vez más que el sistema no responde a sus demandas. La erosión de la credibilidad democrática se ve reflejada en el escepticismo hacia los partidos políticos, el crecimiento de figuras "outsider" y la proliferación de discursos radicalizados. Como señala Bernard Manin, los votantes han pasado de elegir programas políticos a optar por líderes carismáticos, debilitando el rol de los partidos como mediadores entre la sociedad y el poder. A esto se suma el impacto de las redes sociales, que han cambiado las reglas del juego político. Si bien permiten una mayor participación, también potencian la desinformación y la polarización, generando un escenario donde la inmediatez y el individualismo reemplazan el debate público y la construcción de consensos.
Frente a este panorama, es imperativo modernizar las instituciones, fortalecer la educación cívica y renovar el compromiso colectivo con la democracia.
Como advierte Aníbal Pérez Liñán, el riesgo de no hacerlo es claro: líderes radicalizados pueden aprovechar el desencanto para socavar los contrapesos institucionales, debilitando aún más la democracia.
La crisis de representación no es el fin del sistema democrático, pero si un llamado urgente a su transformación. La reconstrucción de la confianza requiere transparencia, participación ciudadana y la capacidad de los gobiernos de responder de manera efectiva a las necesidades de la sociedad.
Solo así la democracia podrá recuperar su legitimidad y asegurar su sostenibilidad en el tiempo.
En síntesis, la democracia enfrenta un desafio crucial: renovarse o perder legitimidad. Sin transparencia, participación y representación efectiva, crece el riesgo de modelos autoritarios que capitalicen el descontento. Transformarla no es abandonarla, sino fortalecerla para garantizar derechos y una sociedad más justa.